viernes, 26 de junio de 2015

26 DE JUNIO DE 1975: CEUTA SUFRIÓ UN DOBLE ATENTADO


El 26 de junio de 1975 es una de las fechas marcadas en la crónica negra de la ciudad. Aquel día, en un intervalo de apenas hora y media, se registraron dos atentados con la colocación de sendas bombas. Uno de ellos se saldaba con una víctima mortal.
El primer artefacto explosionaba en torno a las tres de la tarde en un aparcamiento situado entre el edificio de la Comandancia General de Ceuta y el Hotel La Muralla, en las inmediaciones de la Plaza de África. Según recogía la prensa de la época, la bomba estaba adosada a un vehículo con matrícula marroquí, que al parecer llevaba algunos días aparcado en la zona. La explosión alcanzó a uno de los soldados que en ese momento permanecía de guardia en la Comandancia General. Sufrió heridas leves. 



El edificio del Hotel ‘La Muralla’ también se vio afectado por la onda expansiva, rompiéndose los cristales de los locales comerciales ubicados en los bajos de las instalaciones hoteleras y causando importantes desperfectos. El ruido del impacto se escuchó en todo el hotel, aunque afortunadamente no hubo que lamentar ningún daño personal. Los vehículos que estaban aparcados junto al coche-bomba también sufrieron las consecuencias de la fuerte explosión.



Segundo artefacto

No había transcurrido una hora y media cuando estallaba el segundo artefacto. A las cuatro y media explosionaba una bomba en las instalaciones de la Comandancia Militar de Marina que había sido colocada –según recogía El Faro de Ceuta- en la entrada del edificio ubicado en la calle Calvo Sotelo, 26. El diario ABC informaba que el artefacto había sido puesto en el rellano de la escalera de la primera planta.
En el momento en el que explosionaba la bomba, entraba por la puerta principal Fernando Fernández Moreno quien junto a Luis López transportaba un mueble que debían subir a la última planta del inmueble. Según publicaba el diario ‘El Faro de Ceuta’, Fernando Fernández recibió el impacto de la explosión, siendo lanzado a varios metros de distancia. Fue trasladado en ambulancia al Hospital de la Cruz Roja, donde ingresó ya cadáver. Por su parte, Luis López Ramírez quedó ingresado en estado grave como consecuencia de las quemaduras sufridas. Minutos después de registrarse este segundo atentando, las Fuerzas de Seguridad (Policía Armada, Guardia Civil y Guardia Municipal) procedían al desalojo de las viviendas situadas en los pisos superiores de la Comandancia Militar de Marina. La explosión provocó la rotura de puertas y cristales, generando una situación de pánico entre los residentes en este edificio. Debido al estado en el que quedó el inmueble, los agentes del Cuerpo de Bomberos apuntalaron algunas partes del mismo para evitar un posible derrumbamiento.

Dispositivo policial

Nada más producirse la primera explosión, la frontera de Ceuta con Marruecos quedó cerrada. Horas después fue reabierta, aunque se procedió a un riguroso control a todas aquellas personas y vehículos que cruzaban hacia Marruecos. También se establecieron diferentes controles en otros puntos de la ciudad con la intención de identificar al autor o autores de los atentados. El estamento militar ordenó que todos aquellos soldados que se encontraban fuera de los cuarteles se incorporaran de forma inmediata.

Homenaje

Fernando Fernández Moreno, la única víctima mortal de este trágico atentado, tenía veintiséis años. Carpintero de profesión, estaba casado y tenía una hija. Residía en el barrio de la Almadraba. Según publicaba el diario ABC en su edición del 29 de junio de 1975, el Pleno Municipal aprobó la concesión de la medalla de la ciudad a título póstumo a Fernando Fernández Moreno. El alcalde, Alfonso Sotelo Azorín se trasladó junto a miembros de la corporación ceutí al domicilio de la viuda para hacerle entrega de la condecoración.

Declaraciones alcalde

El por aquel entonces alcalde de Ceuta, Alfonso Sotelo se encontraba el 26 de junio de 1975 en Madrid, en las Cortes Generales formando parte de la Comisión mixta que estudiaba el proyecto de Ley de Incompatibilidades. Desde la capital manifestaba que “estoy seguro que estos artefactos darán más fuerza, si cabe, para reafirmar nuestra españolidad”, tal y como recogía al día siguientes las páginas del diario ABC.

Testimonio

A Luis López Ramírez aún le quedan secuelas del atentado sufrido hace ya cuarenta años. Sigue sufriendo problemas en un ojo. Acompañaba a Fernando Fernández Moreno cuando explosionaba el segundo de los artefactos que estallaba aquel 26 de junio de 1975. Sufrió graves heridas, por lo que permaneció unas tres semanas ingresado en el antiguo Hospital de la Cruz Roja. Han transcurrido cuatro décadas, pero lo ocurrido aquella tarde lo tiene grabado en la memoria. Es un recuerdo que parece imborrable: “¡Cómo olvidarlo”, exclama. “Íbamos –rememora Luis López- a entregar un mueble de cocina. Lo llevábamos entre los dos. Teníamos un poco de prisa porque ese día Fernando tenía que llevar a su hija al médico. Entramos en Comandancia, y fue en ese momento cuando se produjo la explosión. Creo que estaba preparada para que explotara a esa hora”.
Como consecuencia de la explosión fue lanzado a varios metros de distancia. Ya en la calle recuerda que “había una humareda muy grande. Estaba sin ropa y con muchas quemaduras”.
En aquella época, Luis Pérez estaba preparando unas oposiciones. Un rato antes de la explosión –paradojas de la vida- estuvo junto a Fernando Moreno en la Plaza de África al tener ambos conocimiento de que había estallado un coche-bomba junto al Hotel ‘La Muralla’: “Estuvimos viendo lo que había ocurrido y allí estuvimos hablando con un policía, primo de Fernando”. Nada les hacía presagiar que lo que el destino les aguardaba poco después.
No recuerda exactamente cuándo le comunicaron que su compañero había fallecido como consecuencia del atentado, pero estima que fue “a los dos o tres días”. “Incluso ya me dijeron que estaba enterrado”, expone Luis Ramírez, a quien le unía una gran amistad con Fernando Fernández: “Nos habíamos criado juntos. Tenía una niña muy pequeña y llevaba poco tiempo casado. Lo pasé muy mal”.
Desde entonces no ha perdido el contacto con la familia de Fernando Fernández, aunque confiesa que “al principio fue muy duro. Incluso llegamos a evitarnos por los recuerdos, pero existe bastante cariño entre nosotros”.
Luis Pérez reconoce que “al principio no podía pasar por la zona donde se produjo la explosión”, pero el paso del tiempo ha hecho que, aunque surjan los recuerdos, haya superado el tener que evitar pasar por el lugar donde estaba ubicada la antigua Comandancia de Marina.
Ninguno de los dos atentados registrados aquel 26 de junio de 1975 fueron resueltos. Nunca – al menos públicamente no se explicó- se supo quién o quienes estaban detrás de aquellas explosiones. Ni el porqué de las mismas. Cuarenta años después, Luis Pérez no puede responder a estas preguntas: “Nosotros no llegamos a saber nada. Aún hoy tampoco tenemos ningún dato. Sólo sabemos que hay documentación archivada en el Juzgado Togado Militar, pero poco más”.
El Pleno Municipal también le concedió la medalla de la ciudad a Luis Pérez. El alcalde hizo entrega de la misma en el propio Hospital de la Cruz Roja. También le comunicó la decisión adoptada en el transcurso de la sesión plenaria de ofrecerle un puesto de trabajo en el Ayuntamiento ceutí.

Atentado fallido en Melilla

Coincidencia o no, un día después de la explosión de los dos artefactos en Ceuta, dos marroquíes resultaban muertos cuando intentaban poner una bomba en la ciudad hermana de Melilla. Según publicaba la prensa de la época, pretendían volar unos depósitos que contenían cuarenta mil toneladas de combustible. Horas después, y como muestra de indignación por lo ocurrido tanto en Ceuta como en Melilla, se organizó una manifestación –participaron más de dos mil personas- que se dirigió hasta la Comandancia General. Los comercios permanecieron cerrados durante toda la tarde.

Otros atentados


Ceuta sufrió otros dos atentados más. A los citados en este reportaje, hay que unir el artefacto colocado el 24 de octubre de 1978 en la antigua estación de autobuses –actualmente la Jefatura Superior de Policía- en el Paseo de Colón. El inspector de la Policía Armada, Felipe García resultó herido cuando intentaba desactivar la bomba. Posteriormente, el 6 de marzo de 1979 se registraba una explosión en una de las habitaciones de la tercera planta del Hotel Ulises. Unas quince personas resultaron heridas. El atentado fu reivindicado por el frente Patriótico de Liberación Marroquí. En un informe titulado ‘Origen y Desarticulación del Comité Pro-Frap en Málaga’ y elaborado por Carmen Rosa García Ruíz, profesora titular de la Universidad de Almería  afirmaba que “el PCE(i) desarrolló campañas de apoyo a Argelia de independencia para Canarias, País Vasco, Cataluña y promueve los Grupos Anticolonialistas de Baleares. En el 77 participa en atentados en Madrid y en el 79 en Ceuta y Melilla”.

miércoles, 10 de junio de 2015

ANTONIO MENA VICARIO NO ES DE CEUTA


Su historia nos recuerda a la de Antonio López Sánchez-Prado. Existen muchas similitudes. También muchas diferencias, pero la fe que los algecireños sienten hacia su figura es comparable a la devoción de los ceutíes por el doctor y alcalde republicano. A Antonio Mena Vicario, conocido como ‘El santito de Algeciras’ o ‘Antoñito’ se le atribuyen supuestas curas, ayudas milagrosas y favores. De ahí la esperanza que cientos de personas depositan en él, y prueba de ello es que su tumba -en el antiguo cementerio de Algeciras- desde hace años siempre está llena de flores y de muestras de agradecimiento. Al igual que ocurre con Antonio López Sánchez-Prado, ‘El santito de Algeciras’ se ha convertido en un símbolo.
Todo comenzó a mediados de la década de los 70, cuando supuestamente se produjo una aparición en el cementerio donde descansan sus restos desde 1942. Hasta no hace mucho tiempo, no existían muchos datos sobre su figura, aunque desde que se produjera este hecho, se le ha relacionado con Ceuta. Pese a todo no se ha aportado ningún documento que acredite su nacimiento en la ciudad.
Sin entrar a valorar en la credibilidad o no de esta historia; según diferentes testimonios, la supuesta aparición de Antonio Mena Vicario se produjo a mediados de la década de los setenta. Desde entonces, su figura se ha convertido en una fuente de esperanza para cientos de personas que le profesan una gran devoción, y que acuden a su tumba en busca de todo tipo de ayudas. En su nicho, en el que nunca faltan flores, se pueden apreciar numerosas placas de agradecimiento, distintos objetos (medallas, estampas, chupetes, rosarios, etc…) e incluso fotografías de Antonio López Sánchez-Prado. La historia –según publica el investigador Fernando Rodríguez en su blog ‘www.cajondeenigmas.blogspot.com’- tuvo como escenario el antiguo cementerio de Algeciras: “Una mujer vecina de la famosa barriada de ‘La  Bajadilla’ estaba adecentando el nicho de su hija recientemente fallecida en un accidente. Esta mujer no había terminado de asimilar la muerte de su hija, y en su desconsuelo permanecía allí llorando horas enteras. Según se sabe (por el guarda del cementerio), ella entraba en una especie de ‘conversación’ con la que pasaba el tiempo. Pues esa tarde, esta desconsolada madre observó como un muchacho que estaba junto a ella intentaba mediante su voz darle consuelo e intentar de explicarle que su difunta hija estaba feliz y se encontraba en un bonito lugar, por lo cual no debía de seguir atormentándose por su muerte. Así mismo el joven le dijo: ;”.


 “La mujer –continúa el relato- un poco sorprendida por aquella petición e incluso por el descaro del muchacho, le dijo que así lo haría, una vez terminara de estar con su hija. Poco después esta mujer, se acercó a la tumba que le había indicado ese muchacho y pudo observar que realmente se encontraba en un estado de total abandono: las hierbas y el polvo cubrían la lápida. Conforme iba arrancando algunas hierbas y limpiando la lápida, empezó a fijarse en una fotografía que tenía la misma. Rápidamente comenzó a gritar en un claro estado de nerviosismo, y un guarda del camposanto, acudió a ver qué ocurría. Al llegar este hombre al lugar, la mujer se encontraba buscando con la mirada desencajada al extraño joven, si bien señalaba a la lápida del desconocido diciéndole al guarda...<>”.
Desde que se produjera la supuesta aparición, ‘El santito de Algeciras’ ha sido relacionado con Ceuta. Aunque diferentes testimonios y la creencia popular así lo afirman, toda la documentación a la que he tenido acceso refleja que es natural de Algeciras. Así viene recogido en su certificado de defunción, documento que obra en mi poder tras haber sido solicitado al Ministerio de Justicia. En el mismo, la muerte de Antonio Mena Vicario es registrada el 2 de febrero de 1942, aunque se produjo un día antes a las seis de la tarde. El documento está rubricado por el Juez municipal suplente, Manuel Ruiz Fernández y el secretario interino, Fernández Bailac Soto. Cita además el nombre de dos vecinos de Algeciras que actuaron como testigos. Textualmente, el certificado recoge lo siguiente: “En Algeciras, provincia de Cádiz a las diez horas y quince minutos del día dos de febrero de mil novecientos cuarenta y dos, ante Don Manuel Ruiz Fernández, Juez municipal suplente  y Don Fernando Bailac Soto, secretario interino se procede a inscribir la defunción de D. Antonio Mena Vicario nacido en Algeciras, provincia de Cádiz, hijo de Don Rafael y Doña María”.
En cuanto a su estado civil, el documento oficial refleja que “se ignora”, desconociendo además “si deja o no descendencia”.


La muerte de Antonio Mena Vicario, según su certificado de defunción, se produjo en el Hospital Militar de Algeciras. En lo que a las causas se refiere, el fallecimiento –según el documento- se debió a una “obstrucción intestinal”. El diagnóstico estaba basado en la “certificación Militar Facultativa”.
Antonio Mena Vicario ha sido relacionado con la Legión. Pero es falso, puesto que la documentación extraída del Archivo General Militar de Guadalajara certifica que “fue movilizado y marchó a zona roja a efectuar su incorporación. Se desconoce su actuación en dicha zona. Al terminar la guerra huyó a Francia y de allí regresó a esta ciudad [Tánger]”. Posteriormente, y según refleja un documento de la Junta de Servicios Municipales de Tánger, fue puesto a disposición de la Comisión Clasificadora de Prisioneros y Presentados de la Circunscripción Occidental de Marruecos, siendo destinado al Batallón de Trabajadores número 212. En este mismo documento se reconoce que “antes y durante el Glorioso Movimiento Nacional no se le conocieron actividades políticas de clase alguna y si bien hizo causa común con los rojos no se señaló ni destacó como elemento activo ni dirigente entre ellos”. Este dato contrasta con el aportado por la familia y recogido en el blog 'lavozdegetares.blogspot.com', y en el que se afirma –textualmente- que “no participó en ningún tipo de actividad política, ni revolucionaria, ni nada que se le parezca. Un joven con una vida normal y, hasta cierto punto, ajeno a la situación que se vivía en su patria natal: la Guerra Civil”. En la ficha de Antonio Mena Vicario registrada en el Batallón de Soldados Trabajadores número 10 figura que “fue presentado” en Ceuta el 29 de mayo de 1939.
Según viene reflejado en un documento del Consulado General de España en Tánger –Antonio Mena Vicario vivía desde el año 1926 en esta localidad- el 16 de junio de 1940 fue alistado en la Caja de Reclutas de Cádiz para “servir en clase de Soldado por el tiempo de diez y ochos años”. Otro documento del Consulado General de España en Tánger recoge que el 16 de diciembre de 1941 fue destinado al Campo de Concentración Miguel de Unamuno (Madrid). Su incorporación fue registrada el 18 de diciembre y su salida se produjo un día más tarde con destino a la 3ª Compañía del Batallón de Trabajadores número 10, en Algeciras.  Allí falleció el 1 de febrero de 1942. Su muerte se produjo en el Hospital Militar de Algeciras. Tal y como se ha explicado anteriormente, el fallecimiento se produjo por “obstrucción intestinal”. Según recoge el blog 'lavozdegetares.blogspot.com', “un grupo de soldados, entre los que se encuentra Antonio, caen enfermos a consecuencia del consumo de unas batatas en mal estado, cocidas en agua de las bestias”. “Fue un compañero suyo de reemplazo –continúa el relato- el encargado de enviarles un telegrama a los padres para comunicarles la grave situación de su hijo y de otros compañeros. […] Ante esta noticia, su padre se desplaza urgentemente a la Península, a ver a su hijo. Cuando llega a Algeciras, le comunican que Antonio está ingresado en el Hospital Militar. Todos los afectados permanecían aislados, ante la posibilidad de contagio, en una sala de enfermos infecciosos, apartados del resto de pacientes para evitar su propagación. Su padre sufrió una larga espera de día y media sin poder ver a su hijo, hasta que le comunicaron la triste noticia de su fallecimiento. Es en este momento, cuando le permiten verlo sobre una fría mesa del hospital”.

Junto a que Antonio Mena Vicario es ceutí y legionario, con el paso de los años también ha ido popularizándose diferentes versiones sobre los motivos que provocaron su muerte. Una de ellas, y según explica el investigador Fernando Rodríguez es que murió “como consecuencia de una pelea o paliza callejera”. Según recoge el blog 'lavozdegetares.blogspot.com', el  padre llegó a plantearse esta posibilidad al presentar el cuerpo de su hijo “el vientre hinchado y un color morado (cianótico) en la misma zona, producido por la obstrucción intestinal”, pero “esta idea desaparece de su mente ante la situación que se vivía en aquel Hospital, debido a la situación de otras personas, como Antonio”.

El desconocimiento en torno a la vida de Antonio Mena Vicario ha provocado muchas especulaciones y falsas referencias. Entre ellas, el que fuera legionario –incluso se ha comercializado una falsa fotografía luciendo el uniforme- o que hubiera nacido en Ceuta. Tal y como queda demostrado en este reportaje ambos aspectos son incorrectos. Pese a ello e independientemente a la creencia o no en fenómenos paranormales, la figura de Antonio Mena Vicario genera una gran devoción entre los algecireños. Es un auténtico símbolo.